Por: Ichimoku Fibonacci

Hasta hace no mucho tiempo invertir en los mercados bursátiles era una actividad limitada a determinados grupos en nuestra sociedad. La idea de tener una cuenta comitente en algún bróker estaba lejos del imaginario popular. El contacto más cercano con los mercados financieros era a través de la televisión, cuando los presentadores de noticieros anunciaban que el Merval “subió un 2%” o que el Bovespa se “desplomó”, unos minutos después de pronosticar el clima.

Los avances tecnológicos y el mayor acceso a la información facilitaron la entrada de nuevos participantes al mercado en los últimos 15 años. El contexto macro, con las políticas monetarias laxas de las últimas décadas, y el sucesivo boom bursátil, también colaboraron. Hoy, tanto chicos de 18 años como aquellos entrando en la tercera edad, buscan invertir su dinero, empujados por las políticas inflacionarias antes circunscriptas a Argentina, pero que ahora afectan también al resto del planeta.

Sin embargo, recién ahora, más de una década después del comienzo de este boom estamos viendo surgir con más fuerza la otra pata que faltaba para completar el círculo: los asesores financieros.

Al igual que ocurría con la bolsa, antes de que la tecnología facilitara su acceso, la idea de tener un asesor financiero es algo que muchos ven lejano. Los motivos suelen ser dos: o bien por la creencia de que para acceder a un asesor financiero hay que contar con un patrimonio de varios ceros, o por la idea equivocada que alguien con un patrimonio más modesto.

La realidad es que recurrir a un asesor financiero que te ayude a planificar tus finanzas de forma tal que se adecúe a tus objetivos debería ser una actividad más habitual. Cuando uno adquiere la capacidad de poder ahorrar parte de sus ingresos, cuando se entiende que si uno no planifica su retiro quedará a merced de una incierta jubilación determinada por decreto, cuando uno recibe una suma de dinero importante en concepto de herencia o indemnización, cuando el patrimonio empieza a crecer. Son todos casos donde se justifica consultar con un asesor.

Al fin y al cabo, excepto que uno tenga expertise en el campo de las finanzas y las inversiones, ya nos enseñó David Ricardo hace varios siglos con la idea de la ventaja comparativa, que es más eficiente especializarse en la actividad que uno hace mejor. Pero consultar con un asesor financiero, no implica deslindarse de las decisiones, si no tener una opinión experta, un consejero que te ayude a tomar decisiones.

Por eso, cuando uno consulta a un buen asesor financiero, sabrá que tendrá que responder preguntas sobre su situación patrimonial y financiero, ingresos, potenciales eventualidades, objetivos, tolerancia al riesgo, etc. Cada inversor, para el buen asesor financiero, es un mundo aparte, y debe adaptarse a las necesidades y aspiraciones de cada uno.

El asesor financiero te hará preguntas para conocerte, entender tus necesidades, y poder proponerte distintas alternativas que se adapten a ellas. Aunque no es suficiente. Vos, como cliente de un asesor financiero, también deberías prepararte con preguntas e información que pueda nutrir esa relación basada en la confianza.

A continuación, te voy a contar algunos consejos para prepararte antes de una consulta con un asesor financiero:

Preparar preguntas para el asesor. En el caso argentino, un asesor financiero debe estar registrado ante la Comisión Nacional de Valores en carácter de idóneo. Sin embargo, como vimos en otro artículo, esta cualificación es necesaria pero no suficiente. Conocer como piensa el asesor (o candidato a serlo) es importante. Por ejemplo, cuál es el alcance de sus servicios, cuál es su fuente de ingresos, cuál es su experiencia en el mercado, cuáles son sus calificaciones y credenciales, cuál es su filosofía de inversión, qué servicios provee, cómo será la comunicación. Todas estas son preguntas válidas y que ayudarán a establecer una relación de confianza con el asesor.

Estar abierto a brindar información. Cuando uno se reúne con un asesor financiero tiene que ir dispuesto a responder preguntas con sinceridad. Cuanto mejor conozca tu perfil el asesor, mejor podrá asesorarte. Así como esconder síntomas de un médico no tiene sentido, y solo dificulta, el diagnóstico, lo mismo ocurre con el asesor financiero. No es lo mismo comenzar una inversión sin obligaciones por afrontar, que hacerlo cuando uno está endeudado. No es la misma planificación para alguien que acaba de recibir una indemnización, que alguien que podría tener que pagar una indemnización en el corto plazo.

Saber lo que se tiene y se quiere. Cuando puede describir con precisión su situación patrimonial y financiera le permite al asesor contar con más y mejor información para diseñar una planificación financiera. Por eso, no es una mala idea antes de la reunión inicial tener en claro algunas cuestiones como el monto que uno va a invertir (luego el asesor podría recomendar invertir más o menos, dependiendo de cada situación), el objetivo de la inversión (¿estás invirtiendo para tu retiro? ¿estás invirtiendo para construir un patrimonio para tu descendencia? ¿estás invirtiendo para comprar una casa?), las necesidades familiares (¿tenés hijos, o padres, a cargo?), el flujo de dinero de la economía personal (¿tenés capacidad de ahorro que destinarás todos los meses a inversión o es una única suma con la que comenzarás a invertir?).

Esperamos que con estos consejos, si aún no lo tenés, puedas dar el primer paso de encontrar una asesor financiero, sepas que esperar de una reunión con uno y cómo estar preparado antes de comenzar el camino de planificar tus finanzas de manera profesional.

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26/05/2022

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Los datos que mueven al mercado
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