Y llegó el día después. En Argentina, el día después de que se levanten, parcialmente, los controles cambiarios y del anuncio del acuerdo con el FMI. Pero también fue el día después en la política arancelaria de Donald Trump, que en los últimos días bajó la agresividad de su programa y dio varios para atrás.
Empecemos por el caso local. Después de seis años de cepo, los controles de capitales comenzaron a aflojarse en el país. Aún queda desarmar una parte importante para las personas jurídicas, pero las restricciones más engorrosas para las personas físicas ya son parte del pasado.
Entre estas medidas está la infame Comunicación “A” 7340, que obligaba a enviar los dólares recibidos por operaciones bursátiles al banco antes de poder volver a usarlos en una nueva operación. Además, se elimina el parking para la compra de dólar MEP y se habilita la compraventa de dólares, sin límite, a través de entidades bancarias.
Los grandes bancos de inversión ponderaron positivamente el acuerdo. Por ejemplo, uno de los analistas de Goldman para Argentina afirmó:
“Tenemos una impresión positiva de los anuncios realizados por el Banco Central y el FMI. En particular, el nuevo régimen de tipo de cambio flotante anunciado por el BCRA superó nuestras expectativas y, en nuestra evaluación, puede contribuir positivamente a la sostenibilidad a mediano plazo del programa de ajuste macroeconómico que se está implementando en Argentina. En última instancia, Argentina necesita un tipo de cambio que le permita al banco central acumular reservas de manera sostenible. Esperamos una reacción positiva del mercado ante los anuncios realizados el viernes”
El mercado reaccionó en línea con ese optimismo, y la mayoría de los activos argentinos volvió a la zona de principios de marzo. La clave es no apresurarse y juzgar el resultado de una decisión política por las primeras 24 horas. Esto no quiere decir que seamos pesimistas, todo lo contrario, sin embargo los efectos del nuevo esquema cambiario se comenzarán a ver las próximas semanas, a medida de que se vaya normalizando el flujo de capitales, particularmente las importaciones y exportaciones.